El zekr
Llewellyn Vaughan-Lee
—Tradición sagrada
E l zekr es la repetición de una palabra o de una frase sagrada. Puede ser el shahada (el testimonio de la fe), la elaha ella-Llah (traducido habitualmente como: No hay dios sino Dios), pero es a menudo uno de los Nombres o de los Atributos de Dios. Se dice que Dios tiene noventa y nueve nombres, pero el primero entre ellos es Allah. Allah es su Nombre supremo y contiene todos sus Atributos divinos.
Cuando Abu Sa'id Aboljeir oyó el versículo coránico, ¡Di Allah! después déjales que se diviertan en su locura (6,91), su corazón se abrió (Nicholson 1921, p.10). Abandonó sus estudios eruditos y se retiró a la capilla de su casa, donde repitió durante siete años «¡Allah! ¡Allah! ¡Allah!... hasta que por fin cada átomo de mí empezó a gritar en alto ¡Allah! ¡Allah! ¡Allah!». Abu Sa'id cuenta entonces la historia que le alertó por primera vez de la importancia de este zekr . Estaba con el sheij Abolfazl Hasan y cuando el sheij cogió un libro y empezó a examinarlo, Abu Sa'id, que era un intelectual, no pudo evitar preguntarse de qué libro se trataba. El sheij se dio cuenta de lo que estaba pensando y dijo:
¡Abu Sa'id! Cada uno de los ciento veinticuatro mil profetas fue enviado para que predicara una palabra. Mandaban a la gente decir ¡Allah! y se hicieron devotos de Él. Aquellos que sólo oyeron esta palabra con el oído la dejaron salir por el otro oído; pero aquellos que la escucharon con su alma, en su alma la grabaron y la repitieron hasta que penetró en sus corazones y en sus almas y hasta que su ser se convirtió por completo en esta palabra. Se volvieron independientes de la pronunciación de la palabra, se liberaron del sonido y de la letra. Al haber entendido el significado espiritual de esta palabra, llegaron a estar tan absortos en ella que dejaron de ser conscientes de su propio anonadamiento. (Ibíd., p.7)
Según una tradición esotérica sufí, la palabra «Allah» se compone del artículo al y de elah , una de cuyas interpretaciones es «nada». Para el sufí, el hecho de que el Nombre supremo de Dios signifique «la Nada» tiene un gran sentido, porque la Verdad, Dios, se experimenta como la Nada. Y uno de los misterios de la Senda es que este Vacío, esta Nada, te ama. Te ama con intimidad, ternura e infinita comprensión.